¡ Hola! Los invito a leer éste interesante artículo sobre otros factores que se relacionan con ésta enfermedad (obesidad), espero les guste.
ASPECTOS PSICOLÓGICOS DE LA OBESIDAD
Importancia de su identificación y abordaje dentro de
un enfoque interdisciplinario
AUTORES:
SILVESTRI, Eliana
Lic. en Nutrición
eliana_sivestri@hotmail.com
Consultorios médicos Va. Allende
STAVILE, Alberto Eduardo
Médico Generalista
albstav@hotmail.com
Instituto Medicina Integral
Juan J. Hirschmann
Córdoba Capital – Abril / 2005
Aspectos
Psicológicos de la Obesidad Posgrado en Obesidad a Distancia- Universidad
Favaloro 1
INTRODUCCIÓN:
Desde hace años el tratamiento para la obesidad se ha basado en
dos pilares fundamentales: los planes de alimentación hipocalóricos y la
incorporación de la actividad física; basados en las investigaciones que
sugieren que los factores causales asociados al desarrollo de obesidad son la
ingesta excesiva de calorías y patrones de conducta sedentarios. Este
disbalance entre la energía que ingresa y lo que se gasta genera un sobrante de
energía que se deposita en forma de grasa en los tejidos del organismo. Aún
hoy, son muchos los profesionales de la salud que basan el tratamiento solo en
estos principios.
Pero esta es una mirada estrecha y reduccionista, La modificación
de hábitos alimentarios y los patrones de actividad física son esenciales para
bajar y mantener un peso saludable, pero para
ser sostenidos en el tiempo es necesario prestar atención a otras variables.
Abunda bibliografía sobre investigaciones en donde la dieta
hipocalórica y el ejercicio producen una disminución inicial en el peso de
personas obesas (casi todas bajan al comienzo de los estudios), pero a lo largo
de uno, tres o cinco años el casi 90 % recupera el peso con el que habían
comenzado el tratamiento, con el agravante de que muchos lo superan.
Aunque muy poco considerados, los aspectos psicológicos y
familiares juegan un papel decisivo en la producción y mantenimiento de la
obesidad, y por lo general nunca se abordan.
Estos factores psicológicos, precipitan y perpetúan el consumo
exagerado de alimentos ( una alimentación excesiva para lo que son las
necesidades energéticas personales) y deben ser tomados en cuenta si se
pretende mantener un peso, luego de haber alcanzado el ideal o deseable. El
abordaje y tratamiento de las características psicológicas es de fundamental
importancia, pues de lo contrario el paciente no es capaz de comprometerse
adecuadamente con el tratamiento y en general tiene mayor dificultad para bajar
de peso y/o mantenerlo.
Este conjunto de emociones y comportamientos que se vinculan con
la sobrealimentación generalmente se presentan en combinaciones más o menos
complejas y son diferentes para cada persona. Es tan elevado el número de
variables que influyen en una persona, y en concreto en que un determinado ser
humano padezca de obesidad, que bien se puede decir que existen tantos casos de
obesidad como obesos. Es decir, que la explicación, y el abordaje de un caso de
obesidad nunca es exactamente igual a la explicación y abordaje de otro.
De ello se desprende, la necesidad del trabajo interdisciplinario
para atender a cada uno de los detalles que inciden en esta problemática.
Algunas alteraciones son específicas y pueden encontrarse con relativa
frecuencia en individuos obesos, aunque sin ser patognomónicas de la
enfermedad. Pero también existen otras que pueden estar presentes y dificultar
el tratamiento para quienes intentan adelgazar y mantener un peso adecuado.
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Favaloro 2
Algunos autores consideran los factores
psicológicos como causantes de la obesidad, otros creen que es una consecuencia
de la discriminación social hacia el obeso. Los cierto es que en mayor o menor
medida, están presentes y es fundamental su conocimiento e identificación para
ser abordados si se quiere tener éxito en el tratamiento.
En la actualidad se están realizando investigaciones para
determinar si en realidad existe una personalidad del obeso.
Es conocido que la obesidad se presenta como un síndrome
conformado por factores etiopatogénicos diversos e interactuantes que se
combinan en proporciones individuales de una persona a otra. Hasta el presente
se han considerado la herencia genética, el sedentarismo, el comer
excesivamente y las disfunciones metabólicas, pero se han descuidado los
aspectos psicológicos y sociales.
No debe olvidarse que el ser humano es un ser bio-psico-social, y
como tal obliga a que todas las terapéuticas sean enfocadas desde esta
perspectiva, y el tratamiento de la obesidad no queda excluida. Por tanto el
aspecto psicológico de la persona debería ser incluido en el abordaje
terapéutico, sobre todo considerando la cronicidad y complejidad de esta
problemática.
La presente, si bien analiza y enfatiza el rol de los aspectos
psicológicos en la obesidad y su tratamiento, no minimiza ni deja de considerar
como determinantes en el desarrollo de la misma los factores genéticos,
constitucionales, metabólicos, ambientales y sociales que la generan.
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INDICE
GENERAL
INTRODUCCIÓN.............................................................................................
2
LISTA DE
CUADROS.......................................................................................
5
DESARROLLO.................................................................................................
6
1. Personalidad del
obeso..........................................................................
6
Personalidad adictiva....................................................................
7
2. Alteraciones psicológicas en la
obesidad................................................ 8
2.1. Alteraciones psicológicas
frecuentes............................................ 8
a) Imagen corporal distorsionada.....................................................
8
b) Atracón alimentario
................................................................... 10
c)
Ansiedad.....................................................................................
12
d)
Depresión....................................................................................
13
e) Trastornos de la
sexualidad........................................................ 16
2.2. Otros problemas o conflictos psicológicos en obesos................
18
3. Factores psicológicos: ¿Causa o consecuencia de
obesidad?.............. 30
a) El valor simbólico de los
alimentos............................................. 19
b) Miedo a estar
delgado................................................................. 20
c) La obesidad como forma de evitar situaciones
deseables........... 21
d) Desequilibrio entre satisfacciones e
insatisfacciones.................. 21
e) La obesidad como forma de
castigo............................................ 22
f) Comer como mecanismo
evasivo................................................ 23
g) Necesidad de identificarse con un
obeso..................................... 24
h) La obesidad como forma de destrucción de la figura femenina...
25
i) Papel de la pareja y de los padres en la
obesidad....................... 26
3.2 Como consecuencia de la
obesidad............................................... 31
3.1 Como génesis de la obesidad.........................................................
30
CONCLUSIONES.............................................................................................
32
REFERENCIAS..................................................................................................
34
BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................
36
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LISTA
DE CUADROS
CUADRO 1
Criterios diagnósticos en el síndrome de descontrol
alimentario....................... 11
CUADRO 2
Criterios diagnósticos para el episodio
depresivo mayor................................... 15
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DESARROLLO
1. PERSONALIDADES DEL OBESO
Como búsqueda de una respuesta al constante enigma que plantea la
obesidad, desde sus factores etiológicos hasta su abordaje y tratamiento, es
que se ha investigado la existencia de una personalidad que predisponga,
favorezca o determine esta enfermedad.
Ha sido una de las cuestiones discutidas con fervor en el campo
psicológico.
Hoy no se puede definir una condición psicopatológica específica
vinculada a la obesidad. Existen obesos con y sin psicopatía, pero no hay un
trastorno propio del obeso. (1)
Los hallazgos psicopatológicos en algunos obesos tienen poca
relación con la noción popular de una personalidad tipo del obeso. Acorde con
esta visión, el obeso puede aparentar ser feliz y sin problemas en la
interacción social, pero padecer de sentimientos de inferioridad, ser pasivo
dependiente y tener una profunda necesidad de ser amado (2), aunque
algunas personas muestran esas características sin ser obesos (3).
Además, los esfuerzos por identificar un tipo de personalidad del obeso han
llevado precisamente a hallazgos opuestos, ya que es notable la diversidad de
tipos de personalidad entre ellos. Diversos estudios (4) identificaron
de entre tres a diez subtipos de personalidades, y un tercio de los sujetos no
correspondieron a ningún subtipo.
Stunkard y Wadden no hallaron en su experiencia clínica una
personalidad única en el obeso. Gran número de pacientes incluidos en grupos de
tratamiento eran extrovertidos, sociables y productivos, participaban
constructivamente en las sesiones y confort y sugerencias útiles para el resto
de los pacientes. Unos pocos eran tímidos y reservados, pero su contribución
era apropiada cuando se los invitaba a hacerlo.
Si bien no se ha demostrado que exista un trastorno específico en
la personalidad del obeso, estos sufren, con gran frecuencia, diversos
trastornos psicológicos respecto de los sujetos no obesos (5).
En aquellos individuos donde la “psicogénesis” predomina por
encima de los factores constitucionales, biológicos, existiría un trastorno en la personalidad,
no determinando esto una “personalidad del obeso”, sino fallas
parciales yoicas en distintas personalidades. (6)
El de la obesidad es un fenómeno que puede darse en distintas
personalidades y esto es atribuible a fallas yoicas, diversas en cada caso. Los
factores que intervienen no dependen de una determinada personalidad en sentido
estricto, sino de fallas parciales de cada una de esas estructuras psíquicas. (7).
Hilde Bruch en su obra “Eating disorders”, enfatiza la dificultad
que tiene el obeso para identificar sus propias sensaciones, no pudiendo –tal
vez como penosa
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Favaloro 6
herencia de la incapacidad empática materna,
reiteradamente sufrida- distinguir hambre de saciedad ni hambre de otras
emociones que le embargan cotidianamente. La consecuencia de esto, es el comer
como respuesta a las emociones más diversas. Esta conducta en el adulto, ahora
activa, repite su trauma específico temprano: haber sido alimentados cuando
manifestaban a sus madres un estado de tensión interna, independientemente de
cuál fuese la que los embargaba.
Si se buscan factores comunes en las distintas personalidades se
encuentran construcciones subjetivas semejantes a la de los adictos y
sufrientes de enfermedades crónicas por lo que algunos autores hablan de una
personalidad adictiva.
Máximo Ravenna (8) describe la personalidad adictiva como aquella que no solo tiene necesidades físico-químicas sino
también un estado emocional particular relacionado con factores químicos
(neurotransmisores y neurorreceptores) conectados a los sentimientos y a las
necesidades biológicas de cada individuo.
La enfermedad adictiva depende de cuatro elementos
interrelacionados:
1. objeto droga: si bien la comida no tiene efectos tóxicos inmediatos ingerida
en exceso abandona su función nutricional y placentera para transformarse en un
elemento tóxico generando dependencia, enfermedad física y psíquica.
2. la persona: una de las características de la personalidad del obeso es que
no tiene límites con su ingesta, ni con su cuerpo ni con su comportamiento,
actuando en forma demandante, invasora y a la vez se deja invadir.
3. la familia:
ciertas familias fomentan la adicción desde etapas tempranas, sobre todo
aquellas donde está alterada la relación entre unos con otros.
4. factores socioculturales: la mirada y el gusto de los otros intervienen como una presión
en el comportamiento social de la persona obesa y en su desempeño.
Esa
dependencia hace que el obeso adapte su estilo de vida al mantenimiento de la
conducta adictiva la cual si se mantiene en el tiempo seguirá con la negación
de los efectos agresivos minimizando, justificando y auto engañándose; es en
esta etapa cuando se involucra el entorno.
Ya
en una etapa final las conductas son automáticas y manejadas por las emociones.
“La comida no es adictiva. Sí lo es la conexión del individuo con ella”
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2. ALTERACIONES PSICOLÓGICAS EN LA OBESIDAD
Si bien no se ha demostrado que exista un trastorno específico en
la personalidad del obeso, estos sufren, con gran frecuencia, diversos
trastornos psicológicos . La obesidad aparece asociada con problemas
específicos del peso que pueden afectar adversamente la calidad de vida y
obstaculizar el tratamiento, aun si no son tan severos como para causar
complicaciones clínicas significativas.
La obesidad no sólo expone a quien la padece a una larga lista de
enfermedades, como cardiopatías, hipertensión arterial y diabetes, sino también
a psicopatías como depresión , ansiedad, que en estos casos están asociadas a
trastornos de la conducta alimentaria o distorsión de la imagen corporal. Las
personas con sobrepeso viven hoy en una sociedad “obeso-fóbica” que estigmatiza
al obeso. Esto trae consecuencias en la autoestima, alteración en sus
relaciones interpersonales, menos posibilidades de acceso a los mejores
trabajos, a las mejores parejas. (9)
Lo obesos viven sentimientos de desvalorización cotidianos, todos
se enfrentan a la misma presión social, lo que no quiere decir que todos la
elaboren de la misma manera. Así, de acuerdo a su historia personal y en
combinación con los conflictos generados por un medio social hostil, la persona
obesa puede o no desarrollar una psicopatía y en algunos casos trastornos
alimentarios. (10)
Sumado a todo esto, están las consecuencias psicopatológicas del
seguimiento de dietas hipocalóricas estrictas (como aumento de depresión,
ansiedad, nerviosismo, debilidad e irritabilidad) (11), de los ciclos de
pérdida – recuperación de peso (efecto yo – yo), que los hacen sentir culpables,
avergonzados, inadecuados y criticados por su fracaso por familiares,
compañeros de trabajo y profesionales de la salud, logrando conducir al obeso
al desarrollo de nuevas patologías psiquiátricas, entre las que destacan la
depresión, la ansiedad, angustia y hasta el trastorno alimentario compulsivo. (12)
3.1 Alteraciones psicológicas frecuentes:
a) Imagen corporal distorsionada
La imagen corporal es una representación psicológica subjetiva
que puede llegar a ser sorprendentemente diferente de la apariencia real (cash
& Pruzinsky, 1990). La imagen corporal clásicamente (Slade 1994) se la
define como la representación que se tiene del tamaño, contornos y forma del
cuerpo y el sentimiento que trae aparejado sus características y las de sus
diferentes partes constitutivas.
Según Zukerfeld la imagen corporal definida como la
representación conciente e inconsciente del propio cuerpo se realiza a nivel de
tres registros: forma, contenido y significado.
El registro de la forma
o figura, clásicamente conocido por esquema
corporal, hace referencia a las percepciones conscientes vinculadas al tamaño y
límites corporales en cuanto aspecto, postura, dimensiones(ancho, alto, espesor
y peso) ubicación en el espacio, movimiento y superficie corporal, accesible a
los órganos de los sentidos.
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El registro del contenido corresponde
a las percepciones interoceptivas o propioceptivas, cenestésicas, habitualmente
preconcientes y a las necesidades; como son los registros de hambre-saciedad,
tensión-distensión, frío-calor, dolor, cansancio, etc.
El registro del significado
se corresponde con el concepto de cuerpo
erógeno e incluye las representaciones inconscientes del deseo y sus
vicisitudes, la capacidad de comunicar y simbolizar y de crear relaciones
vinculares (intersubjetivas). (social).
La imagen corporal está íntimamente ligada a la autoimagen, a la
autoestima y al sentimiento de sí o identidad.(13)
Estas tres esferas están íntimamente relacionadas en la
constitución de la imagen corporal y los componentes de cada una de ellas son
más problemáticos en los individuos obesos.
Con respecto al registro de la forma, las personas con obesidad tienen distorsión en cuanto al tamaño
corporal, están insatisfechas y preocupadas con su apariencia física. La
alteración en este componente en los obesos es la subestimación, donde el
cuerpo se percibe en dimensiones inferiores a las reales.
Los trastornos a nivel de la percepción interoceptiva- contenido-se
expresan como dificultad en percibir, discriminar y nominar los afectos
(sensaciones interoceptivas y sentimientos) fundamentalmente los registros de
hambre y saciedad, ya que el alimento puede adquirir un valor atractivo y
peligroso, generador y evacuador de tensiones endosomáticas o psicobiológicas
como una defensa frente al impacto de emociones que no pueden ser manejadas y/o
toleradas por un aparato psíquico con predominancia de un modo de
funcionamiento que tiende a la descarga de las mismas.
Según Hilde Bruch, de producirse una exclusión de las necesidades
corporales del niño en la relación precoz madre-hijo prevaleciendo
arbitrariamente las emociones corporales de la madre sobre las del niño o al no
haber una madre “suficientemente buena” (Winnicot) capaz de cualificar
adecuadamente las necesidades del bebe (le da de comer según sus propios deseos
y no espera los signos de inquietud del bebe), esto podría derivar en un
desconocimiento de los límites del yo, de la imagen del propio cuerpo y del
sentido de identidad.
Con respecto al registro del significado,
en la sociedad actual sobrepreocupada por la
apariencia física, la persona con obesidad es juzgada como físicamente menos
atractiva, carente de voluntad y conducta, esto lleva a que muchas personas con
sobrepeso desarrollen una imagen corporal negativa(Rosen, 1996) cuyas
características son:
• Preocupación estresante, dolorosa por la apariencia, más
perturbadora e inhibitoria que una simple insatisfacción.
• Timidez y vergüenza en situaciones sociales.
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9
• Incomodidad, angustia, cuando la apariencia es percibida por
otras personas.
• Excesiva importancia dada a la apariencia en la autoevaluación.
• Autovaloración negativa debido a la apariencia y evitación de
actividades por vergüenza por la apariencia física.
La insatisfacción con la imagen corporal en la obesidad no solo
es una motivación frecuente para intentar bajar de peso sino también puede ser
motivo de un importante y significativo impedimento y malestar crónico ya que
influye en los pensamientos, sentimientos y conductas repercutiendo además
notablemente en la calidad de vida de quien la padece.
b) Descontrol alimentario.
(ATRACÓN ALIMENTARIO-BINGE EATING)
El Binge Eating, es un Trastorno Alimentario que se caracteriza
por descontroles alimentarios recurrentes en ausencia de la conducta
compensatoria inapropiada típica de la Bulimia Nerviosa (p.ej. autoinducción
del vómito, abuso de laxantes u otros fármacos, ayuno y ejercicio físico
excesivo), por lo menos dos veces por semana durante seis meses. (14).
Durante estos episodios, la persona afectada ingiere grandes
cantidades de comida, generalmente en menos de dos horas, con una sensación de
pérdida de control sobre que se come y cuanto se come, seguido por sentimientos
de culpa y por una sensación de enojo/deseperación/decepción por no poderse
controlar. Finalmente, repercute sobre la idea o la preocupación de la figura
corporal, afectando directamente a la disminuida autoestima.(15)
Si bien el binge eating disorder o síndrome de descontrol
alimentario (SDA) actualmente se considera una entidad autónoma cuyos criterios
diagnósticos se especifican en el DSM IV - Diagnostic Statistic Manual IV de la
American Psyquiatric Association – (ver cuadro 1), fue mencionado y estudiado
por Stunkard en 1959 quien en su tipificación de las modalidades de conducta
alimentaria de los obesos utiliza la palabra binge para describir este
síndrome, que junto con el “síndrome de comida nocturna” relaciona con períodos
de tensión y alarma.
• Características clínicas:
El SDA aparece principalmente en personas obesas en tratamiento
en un porcentaje mayor a los obesos sin tratamiento.; Spitzer observó que este
porcentaje ascendía hasta el 30% en personas obesas con tratamiento frente al
5% en los obesos sin tratamiento.(16)
Es más frecuente en el sexo femenino sobre el masculino.
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CUADRO 1 Criterios diagnósticos en
el
síndrome de descontrol alimentario (DSM IV)
• Etiología:
Restricción alimentaria:
diversos estudios han observado que la restricción alimentaria
puede preceder o no al SDA (Berkowitz, Spitzer), quizás sea la “perdida de
peso” el factor interviniente en la alimentación binge.
Factores psicológicos:
El SDA puede estar asociado a las siguientes situaciones
psicológicas:
Depresión: su presencia es mayor en este grupo de pacientes.
Ansiedad, angustia, aburrimiento podrían desencadenar el descontrol
alimentario.
Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC): no se ha encontrado un
aumento de la prevalencia entre el SDA y TOC.
Adicción: estudios psicobiológicos han formulado hipótesis sobre
la relación entre SDA y conductas de gratificación alimentaria o conducta
adictiva, como lo es la hipótesis dopaminérgica donde habría una relación con
el núcleo accumbens y el haz mesolímbico nigroestriado y o la hipótesis del
papel central del NPY (neuropéptido Y, péptido orexígeno sintetizado en núcleo
arcuato) o la serotonina. (17).
A.
Episodios recurrentes de atracones. Un episodio de atracón se caracteriza por
las dos condiciones siguientes:
1. Ingesta, en un corto período de tiempo, de una
cantidad de comida definitivamente superior a la que la mayoría de las personas
podría consumir en el mismo tiempo y bajo circunstancias similares.
2. Sensación de pérdida del control sobre la ingesta
durante el episodio (p.ej. sensación de que uno no puede parar de comer o
controlar qué o cuánto está comiendo).
B.
Los episodios de atracón se asocian a tres o más de los siguientes síntomas:
1. Ingesta mucho más rápida de lo normal.
2. Comer hasta sentirse desagradablemente lleno.
3. Ingesta de grandes cantidades de comida a pesar de no
tener hambre.
4. Comer a solas para esconder su voracidad.
5. Sentirse a disgusto con uno mismo, depresión, o gran
culpabilidad después del atracón.
C.
Profundo malestar al recordar los atracones.
D.
Los atracones tienen lugar al menos dos días a la semana durante seis meses.
E.
El atracón no se asocia a estrategias compensatorias inadecuadas (p.ej. purgas,
ayuno, ejercicio físico excesivo) y no aparecen exclusivamente en el transcurso
de una Anorexia Nerviosa o una Bulimia Nerviosa.
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• Riesgos Para La Salud Física:
Aparte de constituir un círculo vicioso difícil de abandonar para
la psique de las personas que sufren este Trastorno de la Alimentación, éste
puede originar también importantes enfermedades físicas, como diabetes
mellitus, hipertensión y colesterol, ataques cardiacos, patología renal,
artritis, etc., e incluso llevar a un riesgo de muerte más elevado.
Por tanto, a la hora de tratar el trastorno, deben tenerse en cuenta
también estos aspectos, junto a los de una pérdida de peso a menudo necesaria y
la imprescindible Psicoterapia.
• Características de la ingesta en el
SDA:
Los obesos con SDA ingieren en estos episodios grandes cantidades
de comida cuyo valor calórico es más alto al consumido por obesos sin SDA en el
mismo periodo.
También ingieren más alimentos grasos que proteicos.
El peso corporal de aquellos que sufren este trastorno suele ser
más elevado que los obesos sin descontrol.
• Aspectos psicopatológicos en el SDA
Los pacientes con SDA tienen mayor preocupación por el peso y la
forma corporal que quienes no tienen el síndrome.
En pacientes mujeres habría mayor nivel de ansiedad relacionada
con la inserción social y una disminución de la autoestima.
Estos pacientes tendrían un mayor porcentaje de alteraciones
psicológicas y prevalencia de enfermedades siquiátricas particularmente
trastornos afectivos.
También una mayor relación entre depresión y obesos con SDA y
mayor desinhibición alimentaria al salirse de la dieta y menor eficiencia para
mantenerla.
Es de destacar que no toda ingesta excesiva de alimentos,
significa descontrol alimentario, ya que para la segunda entidad se necesitan
los criterios diagnósticos antes mencionados.
c) Ansiedad
La ansiedad consiste en el conjunto de reacciones físicas y
psicológicas que ocurren ante la presencia de un peligro. La respuesta de
ansiedad se encuentra presente desde el nacimiento, siendo un mecanismo natural
con el que nacemos.
La ansiedad no solo aparece por peligros externos y objetivos,
sino también por otros de carácter interno y subjetivo, e incluso por miedos
inconscientes.
Si la reacción de ansiedad es muy intensa ya sea porque la
amenaza realmente sea enorme o porque nuestros mecanismos de respuesta ante los
peligros esté desajustado, la reacción física y psicológica lejos de ayudar a
hacer frente a la amenaza, se transformará en un peligro agregado.
La alarma interna que supone la ansiedad, no debe alcanzar
niveles excesivamente elevados, si así lo hiciera hay que reducirla. La mejor
forma de reducir la ansiedad es eliminar el peligro que la ha provocado, pero
no siempre es posible, en especial cuando el peligro es interno, subjetivo o
inconsciente.
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El comer, o mas exactamente masticar, al
suponer un gasto de energía y al implicar una forma de desgarrar y triturar
(actividad un tanto agresiva) se transforma en una forma de reducir la
ansiedad, forma rápida y pasajera pero al alcance del paciente.
Si el comer como recurso antiansiedad se transforma en algo
habitual con el tiempo se engordará, incluso estableciendo en algunas personas
un círculo vicioso donde la ansiedad se reduce comiendo, por ende engordando, y
este aumento de peso genera un motivo de alarma, de preocupación, por lo que
nuevamente aparece la ansiedad y una vez más se come como mecanismo
compensador.
Cuando la causa que motiva la ansiedad no se identifica, la
persona entra en un estado de ansiedad continua, que de forma muy frecuente
alivia comiendo.
Las causas que más frecuente despiertan una ansiedad crónica son:
• Miedo a ser abandonado: a quedar desvalido, desatendido,
olvidado por los seres más cercanos e importantes (padres, cónyuge o hijos)
• Miedo a no controlar los propios impulsos agresivos: ya sea
relacionados a determinadas personas, a un pasado violento o a fantasías
infantiles de agresión.
• Miedo a no controlar impulsos sexuales: como tendencias
homosexuales o deseos inapropiados.
• Miedo a perder la estabilidad laboral y económica: generalmente
más frecuente en el sexo masculino debido a la responsabilidad que en el recae.
• Miedo a la despersonalización: si bien se encuentra en estados
graves de depresión, puede observarse en personas de estado psicológico normal,
sometidas a cambios bruscos en su modo de vivir donde el comer en forma
exagerada reduce la ansiedad que ello provoca.
• Miedo a que la vida se deslice por senderos imposibles de
controlar: se observa cuando los acontecimientos que afectan a un apersona
supera su capacidad de adaptación.
• Miedo a no alcanzar metas personales o estándares sociales.
• Miedo a la repetición de acontecimientos traumáticos.
La ansiedad puede adoptar diversas formas pero aquella más
relacionada con la obesidad es la ansiedad generalizada, es decir aquella que
está presente a niveles no muy elevados, pero es casi permanente. Este tipo de
ansiedad al no ser muy elevada, consigue un porcentaje de reducción importante
con el acto de comer. Al ser constante su presencia y su reducción con el comer
se provoca un aumento de peso.
d) Manifestaciones depresivas:
En
esta psicopatología se pueden describir las siguientes características:
• Quien la sufre parece incapaz de atender, percibir y procesar
los estímulos y situaciones gratificantes. Toda su atención y todo su trabajo
interno parecen concentrarse únicamente en lo negativo.
• Pérdida de interés por las actividades o situaciones que
anteriormente resultaban gratificante.
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• Insomnio o al menos serias dificultades para conciliar el sueño y
conseguir que este sea realmente reparador.
• Sensación de cansancio, dolores musculares, estreñimiento.
• Incapacidad para hacer frente a sus obligaciones familiares,
laborales y sociales habituales.
• Frecuente pérdida del apetito y finalmente de peso.
• Bajo nivel de autoestima.
• Excesiva preocupación por el estado de salud.
• Irritabilidad, incapacidad para concentrarse.
• Llanto, miedo, angustia, sin situación alguna lo justifique.
• Autorreproches por ser incapaz de salir de esta situación
depresiva.
• A niveles diferentes de conciencia, suele haber sentimientos de
culpa, incompetencia personal, inutilidad.
• Sentimientos no reconocidos de agresividad hacia los demás, que
se vuelcan hacia uno mismo.
• Ideas más o menos concretas de suicidio.
Estas características o parte de ellas están presentes de manera
permanente, no ocasional, cuya duración puede ir desde varios meses hasta
varios años.
Además de las características mencionadas pueden agregarse
elementos biográficos y psicológicos que facilitan la aparición de la
depresión.
El comer en exceso ciertos alimentos puede contribuir a cerrarle
paso a la depresión.
Algunas personas presentan un estado de ánimo decaído, sin muchas
fuerzas para realizar tareas habituales que no llega a ser una auténtica
depresión, las cuales sienten (aunque sin relacionar una cosa con otra) como
aumenta su deseo de consumir chocolate, alimentos estimulantes, carne y otros
productos ricos en proteínas e hidratos de carbono.
Estos alimentos tienen en su composición química elementos que
aumentarían los niveles de serotonina, neurotransmisor que se encuentra
disminuido en esta patología.
Esos kilos de más producto del consumo de alimentos muy calóricos
sería el precio que la persona paga por poner un dique de contención a la
depresión.
Dado que las personas obesos no suelen estar satisfechas con su
imagen corporal, que frecuentemente se aíslan del contacto social, o no se
atreven a iniciar contactos eróticos por temor al rechazo, etc, se puede
establecer un círculo vicioso donde el comer se transforma en un acto para
reducir la insatisfacción y la amenaza de depresión.
Haciendo referencia al manual DSM IV, dentro de los trastornos
del estado de ánimo se describe, dentro del episodio de depresión mayor, al
trastorno alimenticio como uno de los criterios para su diagnóstico (ver cuadro
2). Normalmente, el apetito disminuye y muchos sujetos tienen que esforzarse
por comer. Otros, especialmente en la consulta ambulatoria, pueden tener más
apetito, con apetencia por ciertas comidas (p. ej., dulces u otros hidratos de
carbono).
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Favaloro 14
Cuando las alteraciones del apetito son
graves (sea en la dirección que sea), puede haber una pérdida o ganancia
significativa de peso o, en niños, se puede dar un fracaso en la consecución
del peso apropiado (Criterio A3).
CUADRO 2 Criterios diagnósticos para
el episodio
depresivo mayor (DSM IV)
A.
Presencia de cinco (o más) de los siguientes síntomas durante un período de 2
se-manas, que representan un cambio respecto a la actividad previa; uno de los
síntomas
debe
ser (1) estado de ánimo depresivo o (2) pérdida de interés o de la capacidad
para
el placer.
Nota: No incluir los
síntomas que son claramente debidos a enfermedad médica o las ideas delirantes
o alucinaciones no congruentes con el estado de ánimo.
(1) estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi cada
día según lo indica
el
propio sujeto (p. ej., se siente triste o vacío) o la observación realizada por
otros (p. ej., llanto). Nota:
En los niños y adolescentes el estado de
ánimo puede ser irritable
(2) disminución acusada del interés o de la capacidad para el
placer en todas o
casi todas las actividades, la mayor parte del día, casi cada día
(según refiere
el propio sujeto u observan los demás)
(3) pérdida importante de peso sin hacer régimen o aumento de
peso (p. ej., un
cambio de más del 5 % del peso corporal en 1 mes), o pérdida o
aumento
del
apetito casi cada día. Nota: En niños hay que valorar el fracaso en lograr
los aumentos de peso esperables
(4) insomnio o hipersomnia casi cada día
(5) agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día
(observable por los
demás, no meras sensaciones de inquietud o de estar enlentecido)
(6) fatiga o pérdida de energía casi cada día
(7) sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o
inapropiados (que pueden
ser delirantes) casi cada día (no los simples autorreproches o
culpabilidad
por el hecho de estar enfermo)
(8) disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o
indecisión, casi
cada día (ya sea una atribución subjetiva o una observación
ajena)
(9) pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor a la
muerte), ideación
suicida recurrente sin un plan específico o una tentativa de
suicidio o un plan
específico para suicidarse.
B.
Los síntomas no cumplen los criterios para un episodio mixto.
C.
Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social,
laboral
o
de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
D.
Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una
sustancia
(p.
ej., una droga, un medicamento) o una enfermedad médica (p. ej.,
hipotiroidismo).
E.
Los síntomas no se explican mejor por la presencia de un duelo (p. ej., después
de
la pérdida de un ser querido), los síntomas persisten durante más de 2 meses o
se
caracterizan por una acusada incapacidad funcional, preocupaciones mórbidas
de
inutilidad, ideación suicida, síntomas psicóticos o enlentecimiento psicomotor.
Aspectos
Psicológicos de la Obesidad Posgrado en Obesidad a Distancia- Universidad
Favaloro 15
Es importante diferenciar aquellas
manifestaciones depresivas con o sin componente ansioso que preceden a la
obesidad de aquellas que resultan como consecuencia de la misma, ya que la
depresión como cuadro psicopatológico independiente de la obesidad dificulta
los cambios de actitudes y conductas y favorece las recaídas.
f) Trastornos de la sexualidad
De muy distintas maneras puede la sexualidad de una persona
relacionarse con su obesidad.
Insatisfacciones sexuales que se pagan comiendo.
Si bien, el contacto sexual con otra persona puede deparar altos
niveles de placer, el deseo frustrado de esta satisfacción ocasiona también
mucha insatisfacción, y si esta se mantiene durante largo tiempo se tiende a
buscar otra satisfacción que, aunque de manera imperfecta, la compense. Son
muchos los placeres que se pueden exagerar con tal de amortiguar la insatisfacción
sexual, uno de ellos es el placer de comer. Son muchas las personas que
utilizan la comida como satisfactor de necesidades que nada tienen que ver con
lo nutricional.
Miedo a relaciones sexuales que se dificultan engordando.
El miedo a entrar en una relación afectivo-sexual puede provocar
que a nivel inconsciente algunas personas se permitan engordar o no sean
eficaces en sus intentos por adelgazar, para de esta manera, ser menos
atractivas y dificultar la relación sexual que tanto temen, incluso aunque la
deseen. Esto puede ocurrir:
• En mujeres que están en pareja, con miedo de ser infieles;
• Chicas jóvenes con miedo a iniciarse en el mundo de la
sexualidad activa. Este miedo puede deberse a historias truculentas
relacionadas con el sexo, hayan sido vividas o transmitidas por la generación
anterior, o bien al deseo de permanecer en la infancia y, por lo tanto de
postergar el ingreso en la vida adulta. (este último aparece por miedo a perder
la protección y el contacto afectivo con los padres, injustificado
generalmente, justificado otras, y hasta estimulado por los padres en algunas
ocasiones, y se instala en adolescentes que van cumpliendo años pero no cumplen
con las etapas evolutivas que les corresponde. A su vez, la insatisfacción por
no alcanzar las experiencias propias de su edad y la ansiedad aparecida ante el
peligro de quedar sin el apoyo familiar, se pueden apagar comiendo.);
• Mujeres asustadas de su gran capacidad erótica y que temen
quedar atrapadas por la adicción al sexo;
• Personas acostumbradas en la infancia a ser llamativamente
obedientes, incapaces de contradecir norma alguna, que gracias a ello se
aseguraron el cariño de sus mayores, y que al llegar a la etapa adulta son
incapaces de desprenderse de prohibiciones, tabúes, miedos y aprensiones que
aprendieron a tener respecto de la vida sexual;
• Miedo a la intimidad con otra persona. Este es un miedo que
seguramente afecta más a hombres que a mujeres. Se trata del miedo de depender
de alguien, a que ese alguien se convierta en fundamental para la vida, a que
Aspectos
Psicológicos de la Obesidad Posgrado en Obesidad a Distancia- Universidad
Favaloro 16
conozca lo más intimo de uno mismo, a que esté tan cerca que lo
haga vulnerable. Evitando las relaciones sexuales se pone un tope a la
intimidad y en estos casos la obesidad resulta muy útil;
• Personas que no desean tener relaciones íntimas, afectivas o
sexuales con su pareja. Son personas que siguen viviendo con su pareja, pero
más en su calidad de compañeros de vivienda que como dos personas unidas a
nivel emocional. (es el caso de algunas mujeres que consideran que no pueden
negarse al encuentro sexual con su esposo, pero que no les apetece en absoluto,
de manera que procuran dar las menores facilidades posibles para el encuentro
erótico, como estando poco atractivas.).
• En algunos obesos de estructura neurótica, especialmente
mujeres, muy susceptibles de ofensa fácil y con baja autoestima, se pueden
observar rasgos de seducción, humor lábil, cambiante, con historia de
dificultades sexuales de orden genital tales como frigidez, vaginismo, rechazo
sexual, aunque ninguno es patognomónico de la obesidad nos refieren una
disfunción psíquica. En estos pacientes la obesidad constituye un ”refugio
seguro” y la alternativa de mostrar una figura atractiva despierta en ellas una
cesación de peligro referido al temor de perder el control de sus impulsos,
temor proyectado a sus objetos y ante el cual la obesidad tranquiliza, al
esconder las formas femeninas atractivas. De esta manera prevalece este
beneficio por encima del desagrado que la obesidad les produce. El ocultamiento
es más frecuente en la mujer. En el hombre la obesidad repercute menos , y es
muy difícil que este pierda su actitud sexual o disminuya su sexualidad. Pero cuando
el sobrepeso es tal que dificulta los movimientos y la respiración y es
peligroso para la salud el hombre cambia de actitud y se torna pasivo.
Aparición de la obesidad como respuesta a la pérdida de un ser
querido.
Suele observarse en algunos obesos que bajan de peso cuando se
enamoran y lo recuperan cuando pierden al ser querido- representante
invariablemente de la madre.
Estos fenómenos son sufridos pasivamente, es decir quienes lo
padecen no buscan ni acentuar ni atenuar su peso corporal en relación con sus
experiencias amorosas. Pero poco a poco, toma fuerza en su conciencia la
constelación de angustia relacionada con temores y/o situaciones de abandono.
Este es un ejemplo paradigmático que nos remite a la observación primordial de
que, en mucho casos, la pérdida de objetos maternizados puede desencadenar el
proceso psicobiológico que conduce a la obesidad. En estos casos el sujeto
elige la comida como objeto , en vez de otros objetos, para su compromiso
afectivo porque “ella”, la comida, no abandona. Pero como el comer, en la
proporción que la voracidad de objeto exige, produce obesidad, esto acarrea
rechazo social, con el consiguiente deterioro de la autoestima y el natural
dolor que eso produce, busca ser calmado con comida. Se inaugura así un ciclo
que gira, dramáticamente, en torno de sí mismo.
Así el vacío psíquico, juega un papel crucial en la cuestión del
no saciarse del obeso, entendida desde la orilla de su psicogénesis.
Aspectos
Psicológicos de la Obesidad Posgrado en Obesidad a Distancia- Universidad
Favaloro 17
Si el normal saciarse representa la
separación del objeto anhelado, el comer de más y sentirse nunca llenos estaría
relacionado con un vano intento de llenar un vacío interior sin límites, vacío
que tiene su origen en dañinas e indelebles experiencias infantiles de soledad
y abandono.
El no comprometerse afectivamente equivale en el mundo de muchos
obesos, a no sentir hambre.
Estar obeso como forma de agredir al compañero.
En algunas parejas, que se ven envueltas en una lucha en la que
cada uno se esfuerza por reducir, empequeñecer, limitar, infravalorar al
compañero en un intento por sentirse un poco más seguro, a lo que el otro
contesta con iguales formas, la obesidad puede ser una forma más de desagradar
al otro, sobre todo si el compañero es de esas personas que dan una especial
importancia a la estética y aprecian mucho la apariencia ante los demás. Está
claro que es un comportamiento absurdo, que lleva al deterioro personal y de la
relación, pero ocurre en algunas parejas.
3.1 Otros problemas o conflictos
psicológicos en obesos.
Si bien, muchos autores han encontrado alteraciones psicológicas
específicas en individuos obesos, existen otras menos específicas y frecuentes,
pero de importancia a la hora de planear un tratamiento, ya que de ser
ignoradas podrían dificultar y obstaculizar el tratamiento para adelgazar y / o
mantener el peso logrado.
Existen razones que llevan a una persona a ingerir más alimento
de los que necesita, aún sabiendo sobradamente que este comportamiento acabará,
antes o después, en unos kilos que perjudicarán su salud y su estética
personal.
Muchas personas, en pleno régimen o tras haberlo terminado,
experimentan ansiedad o depresión, a las que ponen fin volviendo a su antigua
forma de alimentarse, con lo que vuelven a aumentar de peso.
Además es de consideración la participación que tienen las
personas que conviven con el obeso para que se produzca y mantenga el exceso de
peso.
Si bien, para el mejor entendimiento de las cuestiones
psicológicas que influyen en que una persona esté obesa y/o que no pueda
adelgazar eficazmente se abordan por separado, y se expongan como aspectos
diferenciados, nada impide que en la realidad de muchas personas, estas causas
se entremezclen.
Las causas psicológicas e interpersonales no son aspectos
distantes y desconectados unos de otros, se funden y hasta confunden.
A continuación, algunos de estos factores psicológicos y
familiares, que aunque con menos frecuencia, pueden estar presentes y socavar
el tratamiento.
Aspectos
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Favaloro 18
a) Valor simbólico de los
alimentos
Muchos alimentos poseen además de sus cualidades alimenticias, un
valor simbólico y emocional por estar, muchos de ellos, asociados en nuestro
cerebro a recuerdos buenos o malos, a situaciones, personas, etapas de la vida,
etc.
Existen asociaciones más o menos compartidas por la mayoría de la
población, como asociar las tortas y postres a momentos de grata celebración de
cumpleaños, a la experiencia de ser agasajados por sacar buenas notas, los
helados a vacaciones de verano, a momentos de mayor libertad, etc. Pero hay asociaciones
más individuales y de importantes consecuencias cuando de adelgazar se trata.
Este valor simbólico puede aparecer unido a diferentes
circunstancias:
Por el hecho de que ese alimento se
produjera de una manera única o especial para la persona (por ejemplo cuando la
persona ha notado lo especial que era para su madre o padre, u otro familiar y
se le cocinaba cierto alimento o se lo hacían de determinada manera);
Cuando el alimento va unido a la presencia
de una persona importante desde el punto de vista de los afectos, o a un estado
de ánimo determinado de una figura cercana e importante (pueden ser los padres
o hermanos, pero también tíos y abuelos, o cualquier persona especialmente
cercana);
Cuando su consumo era recibido como premio
(esta asociación puede ser de mayor importancia en aquellos momentos de la vida
en que la persona tiene la sensación de no ser reconocida por el entorno);
Cuando generalmente era reservado para la
persona que tenía status familiar más alto y reconocido (en estas condiciones,
un determinado alimento adquiere la impronta de una distinción social);
Cuando haya sido consumido con ocasión del
fin de un período de calamidad, desastre, miedo, angustia... (en estos casos,
el alimento ha sido asociado al alivio que se produce al acabar la situación
desagradable. Por tanto, se hace más necesario su consumo cuando conciente o
inconscientemente se perciba como calamitosa, desastrosa, peligrosa o
angustiosa una situación presente o que amenaza con presentarse)
Por consumirse regularmente con ocasión del
encuentro, de la reunión, gratificante entre otras personas, generalmente
familiares, pero también amigos u otras ( especialmente si las personas a cuyo
recuerdo va unido el alimento ya no están al alcance, por fallecimiento o por
simple ruptura afectiva. Estos alimentos resultan una mayor tentación en
momentos de soledad).
El simbolismo con el que están cargados algunos alimentos, o
mejor sería decir, el simbolismo especial que algunos de ellos tienen, puesto
que prácticamente todo lo que comemos evoca en nosotros una valoración más allá
de los puramente alimenticio, se da de manera individual para cada persona, no
pudiendo, pues extrapolar nunca el significado que tiene una comida para una
persona a otra.
El no comer lo que apetece con intensidad, o el comer algo “por
última vez” , suele ser con frecuencia preludio de atracones, por tanto,
prescindir de los alimentos de
Aspectos
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Favaloro 19
gran valor afectivo-emocional, puede socavar
los esfuerzos por cumplir un plan nutricional de adelgazamiento, ya que están
satisfaciendo una necesidad psicológica más que nutricional. Es necesario
recordar que la viabilidad del régimen debe estar por delante de su rapidez
para conseguir una adhesión a más largo plazo.
Reiterando, muchos alimentos están asociados en nuestra mente a
recuerdos agradables o desagradables, a situaciones, personas, emociones... y
muchas de estas asociaciones son necesarias para la estabilidad psicológica. Es
imprescindible identificar si existen estas asociaciones en la persona obesa
que se encuentra en tratamiento, para que no constituya un obstáculo del mismo.
b) Miedo a estar delgado
Existen personas que en forma conciente o inconsciente
manifiestan miedo a estar delgados o a adelgazar.
Personas que tienen en sus recuerdos más infantiles, en aquellos
que más marcan su personalidad, en los que no son capaces de rescatar pero que
están en la base de sus miedos, una asociación entre perder peso, la delgadez y
el sentir hambre, la enfermedad, el miedo y hasta la muerte.
Generalmente son personas de tercera edad que han sido partícipes
de guerras, calamidades, catástrofes naturales o ruinas económicas.
Son personas que suelen tener cierta tendencia a acaparar
alimentos, a tener una exagerada reserva de comida en su hogar, a consumir
cuanto se les ponga en el plato, ya que dejar algo de comida en el plato o
tirarla les significa gran remordimiento y malestar.
Hay personas lo suficientemente jóvenes como para no haber vivido
los años de hambre y calamidades que sí pasaron sus padres, y en los que sí
puede detectarse, aunque con menos fuerza, este miedo a la desnutrición. Se
trata de personas poco diferenciadas de sus progenitores, incapaces de tener
puntos de vista, esquema e intereses propios, y que por lo tanto viven como
suyos los miedos más o menos comprensibles de sus padres. Y que tiene la
creencia errónea de que deben perder el contacto afectivo y emocional con sus
padres si quieren crecer y manejarse en la vida con sus propios esquemas
mentales.
Otro miedo a la delgadez, ocurre en algunos hombres, generalmente
en la segunda mitad de la vida, y más aún en ambientes social y culturalmente
no muy desarrollados. En ellos se da una curiosa asociación que dificulta
adelgazar cuando el médico así lo recomienda.
Para ellos, y de forma no muy conciente, se da la siguiente
igualdad:
Estar más delgado = a estar menos fuerte = a ser menos viril =
menos potencia eréctil.
El miedo a la impotencia se instala en estos hombres cuando por
consejo médico se disponen a adelgazar.
El miedo a la pérdida de “potencia sexual”, hace que prefieran
correr riesgos para su salud antes que perder ese volumen y esa anchura que,
sin darse cuenta, tanta seguridad les da.
Aspectos
Psicológicos de la Obesidad Posgrado en Obesidad a Distancia- Universidad
Favaloro 20
En otro sentido se puede encontrar miedo a
adelgazar:
En personas, sobre todo mujeres, llegan a convertirse en auténticas
profesionales de los intentos de adelgazamiento. Mujeres cuya actividad
principal es “ir de médico en médico”, iniciar un nuevo régimen, pesarse en la
farmacia y exponer lo que han subido o lo que han bajado de peso con la
farmacéutica, comentar con una vecina, amiga o familiar el último régimen que
les han recomendado, etc. mujeres carentes de auténticas relaciones humanas
satisfactorias, de proyectos estimulantes a nivel laboral, académico,
deportivo, etc. mujeres solas, de ánimo depresivo, que hace ya tiempo que no
son imprescindibles para los hijos, pues ya son mayores, o para los padres, que
ya fallecieron. Mujeres que se convierten en el objeto de sus propios cuidados
y que, a falta de otros achaques, se centran en su exceso de peso para poder satisfacer
su necesidad de seguir siendo útiles, cuidadoras, y para poder tener un tema
del que charlar con este o aquel.
La necesidad de adelgazar, el exceso de peso, el resultado mayor
o menor del régimen, se convierten así en el centro de sus vidas y en la única
disculpa para tener un motivo de conversación. Por ello, a estas personas les
resulta peligroso alcanzar el peso apropiado y mantenerse en él. El vacío, la
depresión y la sinrazón de la vida se hacen un poco más evidentes e
insoportables cuando ya no es novedad lo de haber alcanzado el peso apropiado,
y encuentran como solución volver a empezar.
Naturalmente que todo este proceso no es buscado conscientemente
por la persona que lo padece, simplemente, es dirigida por emociones que en
parte desconoce e intenta satisfacer de la manera que puede, sus necesidades
vitales.
c) La obesidad como forma de evitar
situaciones deseables
Las personas, igual que el resto de los seres vivos, tenemos una
fuerte tendencia a perseguir, y si nos resulta posible, conseguir aquellas
cosas o situaciones que por alguna razón nos resultan gratificantes. Pero es
frecuente que ocurra que determinada situación que deseamos vaya unida a otra
que tememos, o simplemente que nuestra conciencia nos reproche la consecución o
hasta el deseo de esa situación deseada.
La obesidad, muchas veces sirve como excusa ó justificativo, para
no lograr aquello que se desea.
Miedo a la vida social, a mantener relaciones sexuales, a entrar
en una nueva etapa de desarrollo, a la intimidad psicológica y afectiva de la
vida en pareja, a perder la preferencia de la madre o el padre conseguida
gracias a limitarse la vida y estar pendientes de ellos, a la infidelidad.
Todas estas cosas tienen algo de deseable, pero también provocan
miedo por alguna razón. Su obesidad no es la causa de sus limitaciones, sino
una excusa para continuar con las mismas. Esos kilos sobrantes son una excusa
(disculpa) para no hacer aquello que, supuestamente, se haría de no tenerlos.
d) Desequilibrio entre satisfacciones e
insatisfacciones
La estabilidad psíquica requiere mantener un cierto equilibrio
entre satisfacciones e insatisfacciones. Cuando de manera más o menos
permanente, la balanza se
Aspectos
Psicológicos de la Obesidad Posgrado en Obesidad a Distancia- Universidad
Favaloro 21
inclina del lado de las insatisfacciones,
las personas necesitan reponer el equilibrio perdido para mantener la salud
psicológica.
Algunas personas con conciencia o sin ella, de manera regular,
exageran el placer de comer como forma de compensar insatisfacciones
permanentes en algún área de su vida: trabajo, vida sexual, vida afectiva a
nivel de familia de origen, relación de pareja, relaciones de amistad,
diversiones, entretenimientos y otras fuentes de bienestar.
Este mecanismo de compensación puede ser un obstáculo a la hora
de realizar un plan alimentario y disminuir de peso, ya que estas personas
sustituyen placeres que compensen la insatisfacción sufrida por el placer que
genera el comer.
(en este caso se exagera el placer del comer, con tal de suplir
las carencias que generan insatisfacción en otras áreas.)
e) La obesidad como forma de castigo
En nuestra cultura judeocristiana, el concepto de culpa y el de
castigo van unidos. El castigo nos permite “pagar” aquello que hemos hecho mal,
ya sea de pensamiento, de palabra o de obra. Este pago nos deja libres del
sentimiento de culpa , de remordimientos e intranquilidad interna, y al estar
en paz con uno mismo nos deja en disposición mental de concentrarnos en otros
asuntos distintos al que generó la culpa.
Además, salda nuestras deudas con la sociedad, con lo que la
relación con nuestros semejantes queda libre de interferencias. Este esquema es
el que impera en nuestra sociedad.
El castigo puede ser impuesto por alguien externo, pero también
puede ser la propia persona la que se imponga el castigo por una determinada
falta que haya cometido, y es este el ejemplo de la persona obesa.
La obesidad, o la incapacidad para adelgazar eficazmente y
mantener el peso correcto, al ser para la sociedad actual y para muchas
personas algo negativo, desagradable, una especie de “cruz que llevan encima”,
se constituye en una buena penitencia para quienes se autocastigan.
Al estar obeso, las miradas burlonas de los allegados, o
simplemente de algunos viandantes, la ausencia de miradas de deseo por parte
del sexo opuesto, la incomodidad de la ropa que aprieta, el cansancio y la
torpeza de movimientos que genera, y sobre todo el mirarse en el espejo y no
gustarse, es un castigo apropiado para la mente de algunas personas que se sienten culpables o
“pecadoras”.
Lo que causa el sentimiento de culpa es inherente a cada persona,
de acuerdo al código de valores y a la versión subjetiva que cada una tiene. Lo
que para algunos puede no tener importancia, para otro puede ser una gravísima
falta. Es decir, que los motivos por los que alguien puede sentirse culpable
son profundamente subjetivos, por un excesivo escrúpulo de conciencia. (esto
ocurre a veces tras años de ser censurados y castigados en la infancia y
aprender a autoimponerse autocastigos)
Algunas situaciones que pueden generar culpa:
Deseos, tentaciones o simples fantasías de infidelidad; sensación
de no dar en el ámbito afectivo todo lo que debería darse a los seres queridos,
padres, hijos,
Aspectos
Psicológicos de la Obesidad Posgrado en Obesidad a Distancia- Universidad
Favaloro 22
amigos; el haber perjudicado a una persona
cercana ya sea real o imaginariamente; personas que al realizar determinada
conducta, aunque solo le repercuta a él mismo, siente que es impropia en su
escala de valores; y como estos son muchos lo ejemplos.
Lo fundamental es entender que, cuando transgrede el código de
conducta propio o social, la persona se siente culpable, y es frecuente que
busque una penitencia para que los sentimientos de culpa dejen de hacerle daño,
siendo la obesidad el castigo que muchas personas se imponen.
Este uso de la obesidad como forma de auto castigo afecta más al
sexo femenino, y es, en la inmensa mayoría de los casos, inconsciente.
Debe considerarse que la insatisfacción debida a las
circunstancias externas puede ocasionar un aumento del placer de comer, a modo
de compensación, pero que, en este caso, la insatisfacción es de la persona
consigo misma, y lo que intenta no es reponer el equilibrio entre placer y
displacer, sino imponerse una sanción por un comportamiento que percibe como
incorrecto.
f) Comer como mecanismo evasivo
Para algunas personas, la comida es una vía de escape para no
pensar en los problemas que tienen. La utilizan como una estrategia de evasión,
dejando los problemas “en espera” en lugar de enfrentarse a ellos y
resolverlos. De esta manera no experimentan la incomodidad o perturbación que
produce afrontar la situación.
Algunos comen para escapar de las grandes decisiones que hay que
tomar en la vida, como las que se relacionan con la profesión o con el
matrimonio, otros lo hacen para no tener que afrontar (y potencialmente
rectificar) las malas elecciones que ya han hecho (un matrimonio que ha
fracasado, un trabajo sin futuro). Y, en algunas ocasiones, el problema lo
constituye una vieja herida o un trauma al que no pueden hacer frente.
De modo que “comer” para estas personas, les quita de en medio
una situación incómoda y permite que se sientan temporalmente
mejor. Lo malo de esta “temporalidad”, es
que no resuelve ni hace desaparecer el problema, y seguirán comiendo para
evitarlos.
Utilizar la comida como una estrategia de evasión es una conducta
aprendida:
Por influencia de los padres: a) al consolar con comida a sus
hijos cuando están disgustados, cuando se enfrentan a contratiempos o
problemas... al ser repetitiva esta manera de actuar, se aprende al hábito de
dirigirse a la comida cada vez que uno se ve ante un problema o a sentimientos
que le trastornen; b) a través de sus propias conductas: cuando son los padres
quienes evitan los conflictos comiendo.
Además de la influencia que tiene el entorno familiar, también la
educación y los medios de comunicación (cine, televisión, publicidades) pueden
influir transmitiendo este mensaje.
En general, estas personas tienen dificultades para identificar
sus sentimientos, para autoafirmarse, para anteponer las necesidades de los
demás a las propias, ignoran los problemas con la esperanza de que
desaparezcan. La mayoría son mujeres.
Aspectos
Psicológicos de la Obesidad Posgrado en Obesidad a Distancia- Universidad
Favaloro 23
g) Necesidad de identificarse con
un obeso.
Desde el nacimiento, el ser humano necesita adquirir una
inmensidad de información, multitud de costumbres y hábitos útiles para la
supervivencia y para la vida en sociedad. La manera de relacionarse con el resto
de las personas, las particularidades del rol femenino y las del masculino, de
qué manera y medida ha de expresarse el enojo, qué es conveniente y qué no para
la salud, la manera de andar o de sentarse, la estética aceptable, la forma de
cocinar, los alimentos más deseables, qué se considera permisible y de qué hay
que sentirse culpable, son algunas de las miles de cosas que se debe aprender
desde la niñez, ya que no van inscriptas en el código genético. Este
aprendizaje se lleva a cabo a través de la identificación con un modelo dentro
del entorno más inmediato. Madre, padre, abuelo/a, hermano/a mayor o alguna
persona cercana, cualquiera puede ser elegida como modelo de identificación. La
razón por la cual ocurre este proceso hacia una determinada persona y no a otra
no está clara, pero es inconsciente y muy temprana.
Es lógico pensar que esta identificación ocurra hacia un adulto
con quien trate habitualmente más que a otro con el que mantiene menor
contacto; hacia alguien de su mismo sexo más que a otra del sexo contrario; o
hacia alguien que satisface adecuadamente sus necesidades más que hacia quien
no lo hace. Además, seguramente el grupo al que pertenece le propone como
modelo a tal o cual persona y no a otra, según el papel que se le pretenda dar.
Es difícil predecir a quién, y por qué finalmente una persona elegirá a una
determinada persona como modelo a seguir.
En este caso el problema surge cuando, la identificación se da en
una persona que es obesa, sedentaria, que calma su ansiedad comiendo, o tiene
fácil tendencia a sentirse culpable y por ello a autocastigarse, etc.
Cuando, las personas no consiguen llegar a un nivel de
maduración, de individualización, en el que son capaces de seguir en contacto
afectivo con las personas que les han sido vitales en la vida y a la vez
modificar su estilo de vida para hacerlo más adecuados a sus necesidades y a su
tiempo, quedan atrapadas copiando un modelo con el que se habían identificado.
Es decir, que si se identificó con un obeso, o con sus actitudes ante la vida y
ante la comida que favorecen la obesidad, será muy fácil terminar padeciendo
también esta afección.
Esto puede ocurrir:
como consecuencia de una grave pérdida por
fallecimiento de una persona importante (como cuando una niña o adolescente pierde
a su madre). En estos casos para soportar mejor la pérdida, no es infrecuente
que la persona reproduzca actitudes, costumbres y formas de estar y ser típicas
de la persona ausente. Esto confiere la sensación de cercanía y presencia. La
necesidad de cercanía a esta persona es muy superior a su deseo de adelgazar, o
a la presión desde la medicina para mejorar su salud.
por una fuerte carencia de atención,
seguridad, cuidados, cariño y cercanía de una persona fundamental para el niño
o adolescente, para tener la sensación de ser un poco la madre deseada, y de
que al adoptar su forma
Aspectos
Psicológicos de la Obesidad Posgrado en Obesidad a Distancia- Universidad
Favaloro 24
de ser y estar, es como si estuviera presente, brindándole lo que
necesita. Esto hace más soportable su relativa ausencia y amortigua la rabia de
que no brinde todo lo necesario a nivel afectivo.
En personas que sufren malos tratos,
psíquicos o físicos, y necesitan sentirse más cerca del agresor, ser más como
él o ella, más de su grupo, para obtener así cierta sensación de seguridad.
En aquellos que han recibido de la persona
de la que se han identificado, cantidades importantes de cariño, guía consuelo,
protección, y siguen ese modelo.
En aquellas personas que no lograron, en lo
más íntimo de su persona, percibirse a sí misma como un ser con existencia
propia, independiente de su ser allegado por excelencia. Estas personas que no
tienen una profunda conciencia de su identidad individual, difícilmente
adelgazarán si ello les da la más mínima sensación de perder “la otra mitad de
su persona”.
Identificación negativa.
Hay personas que necesitan estar obesas o descuidar su físico, “para no ser”,
para diferenciarse lo más posible o para llevar la contraria a alguna persona
que ha sido sumamente importante en su vida, pero a la que no pueden admitir
plenamente, ni mucho menos parecerse a ella, debido al daño que de la persona
en cuestión han recibido.
Cuando la persona de cuyo modelo intenta apartarse es delgada,
porque cuida mucho su alimentación y está muy pendiente de su físico, lo que
hacen estas personas es lo inverso, no cuidar su físico, su alimentación y ser
obesas.
En realidad, en estos casos lo que se observa es una gran
necesidad y un tremendo anhelo de esa persona, hacia la que, no obstante, se
han acumulado grandes cantidades de rabia y de reproches.
En resumen, cuando una persona se identifica con otra de vital
importancia en su vida por una fuerte vinculación afectiva, y esta última es obesa
o tiene hábitos y actitudes que conducen al descuido y a la obesidad, la
necesidad profunda de parecerse o diferenciarse, hace que repitan o se alejen
de estas formas de vida, lo que termina conduciéndolos a una acumulación de
peso.
h) La obesidad como forma de
destrucción de la figura femenina
Es uno de los conflictos menos frecuentes entre obesos. Aparece
generalmente en mujeres con obesidad extrema (mórbida). Son personas que no
están satisfechas con su esencia femenina, no tienen una adecuada identidad
sexual (a nivel muy inconsciente) y se resisten a adoptar el papel de mujer que
las sociedad les otorga (ser menos activas que los hombres, darle prioridad al
desarrollo de la maternidad en lugar de al laboral, etc). Son poco femeninas y
mantienen una gran rivalidad con el sexo masculino.
Aspectos
Psicológicos de la Obesidad Posgrado en Obesidad a Distancia- Universidad
Favaloro 25
La obesidad, es decir, esa acumulación
excesiva de tejido adiposo, es utilizada para disimular su esencia femenina, ya
que no solo se pierde la figura (desaparecen caderas, pechos, cintura) sino
también algunas de las funciones típicas del organismo de la mujer (ciclo
menstrual).
Se relaciona, aunque en forma contraria a la anorexia nerviosa,
donde existe un fuerte deseo de no pasar de ser una niña a mujer (no ser
adulta).
i) Papel del cónyuge y de los padres
en la obesidad.
Es importante el rol que juegan las personas más allegadas en la aparición
y mantenimiento de la obesidad. Estas son habitualmente el cónyuge y los
padres, pero también puede tratarse de hermanos y amigos. Estos, pueden tener
interés consciente o inconsciente en que continúe con sus kilos sobrantes.
Entre cónyuges, no es infrecuente encontrar que se potencia la
obesidad del otro por:
Necesidad de justificar, ante la pareja, y/o
ante uno mismo, la inapetencia sexual.
Deseo de no dar la posibilidad de que haya
un nuevo episodio de impotencia eréctil.
Miedo al abandono por otra persona más
joven, o simplemente más atractiva, o por ambas cosas.
Deseo de castigar a la pareja por supuestas
o reales ofensas recibidas.
Deseo de “compensar” defectos físicos que se
posean, de manera que la obesidad de uno equilibra los defectos físicos del
otro (su fealdad, minusvalía...)
Deseo de compensar la superioridad
intelectual o académica del obeso.
Dependencia, buscando la seguridad de no ser
abandonado, fomentando aquello que es una limitación en su pareja.
Etc.
Este deseo de potenciar la obesidad del esposo o de la esposa
puede llevarse a cabo de varias maneras:
• Cocinando, o proponiendo, las más apetitosas comidas justo
cuando inicia un régimen.
• Creando, una fuerte expectativa en torno a la bajada de peso,
de manera que la persona sucumba en un mar de ansiedad y tensión. Esta forma
tiene la ventaja de que no es fácilmente demostrable, ya que siempre se puede
argumentar que lo único que hace es demostrar interés porque la persona
adelgace.
• Creando o exagerando problemas que hagan sentir al cónyuge que
no es momento oportuno de concentrarse en la lucha por perder peso, pues de
otro modo tendría la molesta sensación de ser una persona egoísta, que
desatiende otros asuntos, como los hijos, el negocio, etc.
Aspectos
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Favaloro 26
• Provocando recuerdos o sensaciones que lleven al cónyuge a
sentirse fuertemente ansioso o desanimado, con lo que su necesidad de comer,
aumenta.
• Minusvalorando la importancia de los kilos perdidos al inicio
del régimen, por ejemplo usando frases del tipo “no se te nota nada que hayas
bajado de peso”, “tanto esfuerzo y nada, no sé si vale la pena”, etc.
• Exagerando las dificultades que tiene la pérdida de peso, tal
vez usando frases como “tu hermana lo intentó, y a pesar de la gran fuerza de
voluntad que tiene no lo consiguió”, “al principio se empieza con muchas ganas,
pero luego...”, etc. O simplemente señalando los inconvenientes, tal como la
molestia de cocinar cosas al margen de los demás, el costo económico del
tratamiento, etc.
• Planteando en ese momento cuestiones pendientes que causen
ansiedad o depresión, tal como la imperiosa necesidad de cambiar el piso de la
cocina, o la ortodoncia de la hija, etc.
• Etc.
Este comportamiento no se da en todas las parejas, solo en
algunas, y es muy dificultoso darse cuenta ya que es sutil y suele pasar
desapercibido.
Además, al margen del boicot que puede existir por parte de la
pareja en el proceso de adelgazamiento, cuando el obeso consigue suprimir, de
manera estable, un problema de obesidad, sobre todo si esta obesidad ya existía
en el momento de formarse la pareja, la estabilidad de la relación puede estar
en peligro.
Esto puede ocurrir en muchas ocasiones por varias razones
posibles:
1. Porque la persona que ha adelgazado puede, lógicamente, sentir
una fuerte subida de autoestima, y con ello hacerse más exigente respecto de su
vida en pareja (tener una vida social más intensa, relaciones sexuales más
frecuentes o variadas, un comportamiento más atento y considerado, destinar más
gastos a ropa, viajes, etc son cambios que pueden abocar a la pareja a una
etapa de crisis).
2. Porque la obesidad, ahora superada, estuviera “compensando”
alguna carencia por parte de la pareja, tal como sus modales menos refinados,
su menor grado de iniciativa, un nivel intelectual menor, etc, que ahora ya no
se tolera. (Es decir, ambos cónyuges pueden sentir que “valen lo mismo”, ya que
los defectos de uno de ellos sean equiparables a los defectos del otro. Así,
mientras el esposo nota que no está muy dotado intelectualmente, puede sentir
que esto no lo deja en inferioridad de condiciones, ya que ella, debido a su
obesidad no tiene demasiado atractivo físico. Al adelgazar eficazmente y
mantenerse en el peso correcto, de alguna forma rompe el “equilibrio de valor”
entre uno y otro. Y restablecerlo no es fácil.)
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Favaloro 27
3. Por el hecho de que, una vez superada la obesidad, la persona
que ha obtenido tan importante logro se lance a la consecución de nuevas metas
largamente soñadas, tal como estudiar, actividades sindicales, artísticas, etc.
Se produce en estos casos, un despegue personal que puede desequilibrar la
pareja si el cónyuge no tiene una evolución equivalente y/o si no existen
fuertes puntos de anclaje entre ambos.
Muchas parejas logran adaptarse a estos cambios y encuentran un
nuevo y satisfactorio equilibrio. Otras se enfrentan a la ruptura o mantienen
un matrimonio devaluado. En
algunas otras, la incapacidad para superar estos “efectos secundarios” del
adelgazamiento lleva a la recuperación del peso perdido, con lo que se
restablece el equilibrio, eso si, pagando
el precio de una fuerte insatisfacción personal de quien logró adelgazar y
ahora vuelve a engordar.
Pero, además de la pareja, otro familiar de gran importancia en
la vida también puede boicotear, lo sepa o no, los intentos de adelgazar de una
persona. Es el caso de algunas madres. La inmensa importancia emocional que
para cualquier persona tiene su madre, coloca a este familiar en una situación
inmejorable para poder boicotear los intentos de hacer régimen eficazmente, y
hasta trabajar para que aumente más kilos.
Algunas razones, concientes o no, que ciertas madres tienen para
este comportamiento pueden ser:
• Evitar que la hija/o, al encontrarse más satisfecha con su
físico, se relacione más, salga con los amigos y pueda formar una pareja, con
lo cual la madre se quedaría más sola que si esto no se produce. (Este miedo a
la soledad de la madre, se encuentra en aquellas que no tienen una vida social
y afectiva al margen de los hijos, que les de seguridad, comunicación y
compañía.)
• Deseos de venganza hacia la hija, e impulsos agresivos en
general, normalmente ocultos a la propia conciencia, por ofensas reales o
fantaseadas. ( Por ejemplo, celos hacia la hija porque esta mantenga con el
padre una cercanía afectiva, o envidia por sus éxitos académicos y
profesionales que ella no pudo conseguir, etc)
• Etc.
Las formas en que una madre puede fomentar la obesidad de un hijo
o hija, o de boicotear un tratamiento, pueden ser varias:
Cocinar de manera más tentadora.
Hacer coincidir de manera sistemática las
bajadas de peso de su hija con un estado anímico por su parte de tristeza y
desconsuelo, aunque como algo casual y no relacionado.
Creando en el hijo/a sentimientos de culpa,
muy especialmente si sabe que este paga sus culpas haciendo algo que lo
perjudique, y en concreto engordar.
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Criticando contundentemente su obesidad,
expresándole rechazo por sus kilos, de manera que genere en la hija o hijo, el
deseo más profundo de que la quiera a pesar de estar obesa.
Estimulando los miedos de la hija, y que
esta combate equivocadamente estando obesa (como el miedo a la intimidad con el
sexo opuesto).
Por tanto es importante pesquisar, a quién pueden beneficiar los
kilos sobrantes, o lo que es muy similar, a quién puede perjudicar la
recuperación del peso correcto.
A veces no es una persona determinada y aislada la que tiene
interés en que el obeso no consiga adelgazar, sino más bien un grupo en su
conjunto, y en especial la familia como un todo.
Este puede ser el caso cuando la obsesión por la obesidad de uno
de sus miembros, que ocasiona innumerables visitas a médicos y preocupados diálogos
sobre lo que el obeso consigue o no bajar de peso, sirve a oscuros intereses,
como por ejemplo:
• Evitar la desintegración del grupo familiar. (cuando en el
fondo todos tienen la sensación de que nada los une y que tan solo la sensación
de emergencia familiar, en este caso por un grave problema de obesidad, como en
otros una enfermedad física, o psicológica, sirve a modo de pegamento que evite
la inminente desintegración familiar. En estas familias, todos o la inmensa
mayoría de los diálogos giran en torno a la obesidad, el riesgo médico que
padece, el último especialista visitado...)
• Eludir la toma de conciencia de un problema mayor. (como el
alcoholismo de la madre, la actitud o el abierto comportamiento seductor del
padre para alguna o todas las hijas, son algunos ejemplos de temas que quedan
pertinentemente olvidados o aplazados “gracias” a lo mucho que preocupa la
grave obesidad de uno de sus miembros.)
• Permitir que la persona dominante de la familia se “entretenga”
con la obesidad de uno de sus miembros para que los demás puedan quedar fuera
de su nefasto interés. (es lo que pasa cuando una madre o un padre, fuertemente
posesivos y dominantes, se obsesiona con uno de los hijos, habida cuenta de su
obesidad, y el resto de los hermanos ven la oportunidad de escapar del control
materno o paterno, por lo que finalmente todos, padres y hermanos, estás
secretamente interesados en que esta obesidad, aunque oscile, se mantenga.
• Etc.
Es importante recordar que estos problemas psicológicos,
pueden o no estar presentes en el individuo obeso y que no son características
patognomónicas de la enfermedad.
No suelen funcionar de forma aislada, sino en combinación
con otras y con mil matices distintos en cada persona concreta. Lo fundamental
es identificarlas y darles la terapéutica correspondiente para que no se
conviertan en un obstáculo en el tratamiento.
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3. FACTORES PSICOLÓGICOS: ¿CAUSA O CONSECUENCIA DE OBESIDAD?
En relación a los aspectos psicológicos de la obesidad, existen
un sinnúmero de teorías que mencionan factores etiopatogénicos, aunque
experimentalmente las investigaciones no arrojan resultados claros y
concluyentes que las comprueben.
3.1 Como génesis de la obesidad:
durante muchos años se ha mantenido la teoría de que los obesos
eran personas que tenían problemas de personalidad que aliviaban mediante la
conducta de comer. Kaplan y Kaplan proponían que la sobreingesta es una
conducta aprendida, utilizada por el sujeto obeso como mecanismo para reducir
la ansiedad. (18). Pero es interesante saber que todavía no es clara la
relación entre la obesidad y algún síndrome psicológico o conductual de
características propias. Sin embargo, hay evidencia de alteración en la
percepción y en la conducta de los sujetos obesos, por lo que se deben
redefinir los problemas a los que se enfrenta un sujeto con exceso de peso
importante. (19)
Hilde Bruch (20) señala que el hambre es un fenómeno
constitucionalmente “impreso” en el ser humano, quien aprende a diferenciarla
de otras necesidades y tensiones. También carga ella el acento en la
importancia que tiene el hecho de que la madre responda adecuadamente, es
decir, con la suficiente capacidad empática, a los indicadores con los que el
bebé demuestra esa necesidad o tensión específica que clama por una adecuada
descarga o satisfacción (la cual depende casi exclusivamente de esa respuesta
materna). Tanto Bruch como todos los autores contemporáneos señalan la
trascendencia que tiene la respuesta materna adecuada ante la demanda del niño
durante las primeras etapas del desarrollo, en las cuales la madre debe ser
capaz de decodificar el lenguaje sin palabras del bebé. Si esta respuesta no es
adecuada, se pueden generar trastornos –potencialmente patógenos- en el
desarrollo armónico de la personalidad, los que se mostrarán en la adolescencia
cuando aparezca una marcada dificultad en la identificación de las propias
sensaciones y la persona busque calmar cualquier reclamo interior con una
ingesta.
Esta búsqueda – vana por cierto- lleva al aumento de peso, el que
no será revertido en la medida en que el comer sea utilizado para regular los
sentimientos y tensiones que no hallan una mejor expresión.
Si bien la combinación de ciertas características psicológicas
(antes descriptas) pueden encontrarse en la génesis de la obesidad, no se
presentan como únicos factores sino interactuando con otros ampliamente
reconocidos ( herencia genética, sedentarismo, etc).
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3.2 Como consecuencia de la obesidad:
En la actualidad, la psicopatología del obeso, tiende a verse
como una consecuencia del prejuicio y la discriminación de los otros y del
choque con su propia internalización de la delgadez como ideal de belleza.
Los individuos obesos en los países occidentales sufren del
prejuicio y la discriminación. Los medios de comunicación (televisión,
revistas) recuerdan constantemente que para estar a la moda hay que estar
delgado y las personas con sobrepeso son blanco de bromas.
En los últimos 25 años se han estudiado numerosos grupos de niños
y adultos para determinar su percepción del obeso. El prejuicio se ha observado
aun en niños de 6 años de edad, quienes describieron a un niño con sobrepeso
como perezoso, sucio, estúpido, feo, tramposo y mentiroso . Estudios similares
en adultos muestran que estos prefieren a estafadores, consumidores de cocaína,
ciegos y rateros antes que a personas obesas como pareja.
Esto puede observarse también en algunos profesionales de la
salud quienes ven a sus pacientes obesos como faltos de voluntad, feos y torpes
y son tratados irrespetuosamente por el profesional médico tratante.
Los prejuicios relativos al peso se acompañan frecuentemente de
discriminación, en el ámbito estudiantil hay menor aceptación hacia los
estudiantes obesos, comparados con los no obesos, a pesar de que el rendimiento
sea semejante en ambos. En el ámbito laboral, algunos empleadores no contratan
personas obesas bajo ninguna condición, y otros solo los contratan bajo
circunstancias especiales. Prácticamente en todos los aspectos de la vida se le
recuerda al obeso que se halla en una sociedad que odia la gordura.
Evidentemente, esta estigmatización debe traer consecuencias
graves en la conducta, personalidad, habilidades sociales, habilidades
cognitivas, sexualidad, etc.
Si bien el prejuicio y la discriminación son reales, pensar que
la sicopatología del obeso es el resultado de estas sería un concepto
simplista.
Se estarían ignorando el peso que tienen las características
psicológicas individuales tanto en la génesis de la obesidad como en la
dificultad para adelgazar o mantener el peso logrado.
Es posible que prejuicio y discriminación exacerben los
conflictos ya existentes de la persona obesa y compliquen aun más el
tratamiento de la obesidad.
Sin embargo, hasta el momento resulta imposible determinar si la
obesidad provoca alteraciones específicas en la personalidad o son éstas las
que desencadenan la obesidad. Un tema de gran debate entre médicos, psiquiatras
y psicólogos.
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Conclusiones
Hasta el momento ningún estudio ha revelado
una personalidad del obeso. Existen obesos con y sin psicopatías, diferentes
perfiles psicológicos, mayor frecuencia de algunas características psicológicas,
pero no hay un trastorno propio del obeso.
En
aquellos individuos donde la “psicogénesis” predomina por encima de los
factores constitucionales, biológicos, existiría un trastorno en la
personalidad, no determinando esto una “personalidad del obeso”, sino fallas
parciales yoicas en distintas personalidades.
Existen alteraciones psicológicas que están
vinculadas a la obesidad, unas mas frecuentes que otras.
Las
mismas no suelen encontrarse en forma aislada sino interrelacionadas unas con
otras y con diferentes matices en cada persona.
Estas
características pueden o no estar presentes en el individuo obeso y no son
patognomónicas de la obesidad.
Sin
embargo son de fundamental importancia a la hora de planear un tratamiento, ya
que de ser ignoradas podrían dificultar y obstaculizar el tratamiento para
adelgazar y / o mantener el peso logrado además de no permitir un compromiso
adecuado.
Al no existir claridad con respecto a la
etiología de la obesidad, se plantea la necesidad de abordar psicológicamente
este problema con un enfoque que considere, tanto en la etiología como en la
mantención de la obesidad, variables cognitivas (creencias), variables
afectivas (manejo de estados emocionales displacenteros) y variables
ambientales (costumbres, hábitos familiares, etc). esto debiera traducirse en
un abordaje interdisciplinario y específico a cada paciente, surgiendo, por lo
tanto la necesidad de realizar una evaluación completa de personalidad y del
sistema ambiental del paciente obeso que consulta por este problema.
No existe una causa psicológica primaria en
la génesis de la obesidad sino la combinación de ciertas características
psicológicas que interactúan con otros factores ampliamente reconocidos (
herencia genética, sedentarismo, etc).
Sin
embargo, hasta el momento resulta imposible determinar si la obesidad provoca
alteraciones específicas en la personalidad o son éstas las que desencadenan la
obesidad. Un tema de gran debate entre médicos, psiquiatras y psicólogos.
En
el tratamiento de la obesidad, la identificación y tratamiento de las
características psicológicas es tan fundamental como los demás factores
etiopatogénicos, ya sea que éstas se encuentren en la génesis de la obesidad,
sean consecuencia de ésta o simplemente estén presentes simultáneamente,
haciendo más difícil el abordaje de la misma.
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La importancia de los factores psicológicos
en el desarrollo y el tratamiento de la obesidad son claros, por lo que los
profesionales tratantes deben proveer de apoyo, información y educación,
fortalecimiento y facilitación de la catarsis y expresión de conflictos por
parte del paciente.
El
tratamiento debe ser integral para facilitar no sólo herramientas que le
permitan un cambio de hábitos alimentarios y de estilo de vida, sino también
debe proveer de herramientas básicas para lograr un fortalecimiento interno
básico.
Los criterios de éxito terapéutico deben contemplar no sólo la
reducción de peso como producto final, sino que como un proceso continuo con
resultados positivos en la calidad de vida, estilo de vida menos sedentario,
integrando activamente el ejercicio, una mayor aceptación de su imagen corporal
y un cambio de hábitos de alimentación, junto con una conciencia de enfermedad
que conduzca a una evitación de las recaídas, tan frecuentes en este proceso,
pero que no significan obligatoriamente un fracaso absoluto del tratamiento.
Aspectos
Psicológicos de la Obesidad Posgrado en Obesidad a Distancia- Universidad
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